El termino líder suele confundirse con el de jefe. Sin embargo, aunque los dos pueden estar muy relacionados, son totalmente diferentes.
En ambos casos se coincide en el grado de responsabilidad para guiar a un equipo y hacerse cargo del mismo. Por lo que es importante que entiendas estos conceptos y te retroalimentes para mejorar.
¿Cuáles son las principales diferencias entre un líder y un jefe?
A continuación te explicaré 5 diferencias entre un líder y un jefe. En las cuales se resalta la importancia de aplicar ambos casos. Ya que, cuando te encuentras en una posición de jefe, puedes ser un líder para tu equipo.
La primer diferencia consiste en que un jefe se denomina así porque ha llegado a un cargo que le permite estar al mando de un equipo de trabajo
Por ende, este pudo haber sido seleccionado democráticamente o no. Sin revisar a profundidad sus cualidades y enfocándose más en las habilidades técnicas que tiene para ocupar el cargo.
Mientras que, un líder no necesita de un puesto jerárquico para serlo. El líder es aquella persona que a través de sus habilidades interpersonales logra influenciar en el actuar de los que están a su alrededor.
Puede que estén a un mismo nivel jerárquico, pero con su forma de actuar logra guiar a otros. Por ende, lo ideal sería que cada jefe también fueran un líder. Para así sacarle el mayor provecho a su posición.
La segunda diferencia se refleja en la manera como un líder y un jefe manejan sus emociones
Esto quiere decir, que para el caso del jefe, en ocasiones se aprovecha de la posición en la que este se encuentra para recriminar a su equipo.
Generando situaciones de conflicto con el equipo y no teniendo el tacto adecuado para decir las cosas. De cierta forma, dejándose llevar por sus emociones y por el momento.
Mientras que, un líder sabe controlarse y disminuir las sensaciones y pensamientos negativos, que ocasionan una mala toma de decisiones.
Así mismo, el líder entiende en que momento debe hablar con las personas a su alrededor. Y lo de hace de una manera que estos se sientan corregidos pero no recriminados. Incentivando así un cambio positivo en el equipo.
La tercera diferencia es la confianza que un líder refleja para su equipo y para él mismo
La cual le permite identificar los problemas o afrontar las diferentes situaciones de su contexto diario.
Entendiendo así que tiene las cualidades y habilidades suficientes para guiar a un equipo de trabajo y cumplir así con los objetivos trazados sin importar las adversidades.
Mientras que, un jefe presenta ciertas inseguridades para abordar su trabajo. Esto ocurre en ocasiones porque el jefe ha sido nombrado para su puesto por decisiones técnicas.
Sin tomarse en cuenta las habilidades directivas y personales que se deberían tener para estar al mando de un equipo. Por lo que, en el momento de trabajar en equipo, de tomar decisiones y de afrontar las adversidades, se encuentran ciertos contratiempos.
La cuarta diferencia se determina por el poder de retroalimentación que tiene la persona consigo misma
Para este caso, el jefe no tiene la capacidad de analizarse a si mismo. Y de evaluar internamente sus debilidades para así afrontarlas y darles solución a las mismas.
Por el contrario, sigue encerrado en los problemas y decide seguir cargando con el peso de ellos. Mientras que, un líder se preocupa por su bienestar, y crea diferentes estrategias para retroalimentarse.
Esto le permite estar bien e incentivar un bienestar general con su equipo de trabajo. Cuando las personas observan que su líder es de cierta forma completo en cualidades y habilidades, esto los motiva aún más a seguirlo.
La quinta y ultima diferencia está relacionada con el bienestar general. Un líder se preocupa siempre por su equipo de trabajo y trata de que cada persona se encuentre a gusto con las actividades realizadas.
De igual forma, este crea conexiones con los demás, hasta el punto de ganarse la confianza de sus seguidores. Generando así lazos de confianza en donde se aprende a conocer el personal y se motiva de la manera correcta.
Por otro lado, el jefe es rígido y enfocado netamente en las metas de la organización. Dejando de lado el bienestar de las personas y observándolas como maquinas que deben cumplir con sus labores sin importar nada más.
Este tipo de situación hace que los colaboradores no se encuentren cómodos y no se sientan importantes dentro de la organización. Ocasionando despidos o renuncias inmediatas y aumentándose la rotación del personal.
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